La literatura y la inteligencia emocional

Es habitual escuchar conversaciones en las que quedan denostadas las Humanidades y todos los conocimientos educativos ligados a literatura o lenguas. Vivimos con la necesidad imperiosa de hacer y aprender solo lo útil, lo inmediato y efectivo, de tal modo que caemos en el error de entender que si no le vemos una utilidad instantánea, no sirve para nada.

En esta entrada quería hablar con la calma necesaria sobre uno de los innumerables beneficios de la literatura: una mejora sustancial en la inteligencia emocional. ¿Y qué es eso de la inteligencia emocional? No soy yo experto en estos ámbitos, pero espero que perdonéis un sucinto resumen profano. La inteligencia emocional se compone de todas aquellas características mentales que nos ayudan en un ambiente social o emocional. Así, está ligada a la empatía, a la interpretación de sentidos figurados o dobles sentidos, a nuestra salud emocional y nuestras interacciónes sociales, entre otras muchas cosas. Es una faceta de las personas que poco tiene que ver con lo que entendemos tradicionalmente por inteligencia, pero, sin duda, es una herramienta utilísima para nuestro día a día.

De este modo, una persona con alta inteligencia emocional se podría caracterizar por:

  • Tener un concepto positivo de sí misma.
  • Saber administrar las emociones tanto positivas como negativas.
  • Tener una alta motivación para alcanzar sus objetivos.
  • Tener una amplia gama de habilidades sociales.
  • Tener una empatía muy desarrollada, siendo capaz de entender las emociones de los demás.
  • Tener una moral o sentido ético muy desarrollados.

Pero ¿esto qué tiene que ver con la literatura? Más que con las características de la inteligencia emocional, tiene que ver con cómo podemos adquirirla. Es un concepto tan abstracto y tan difícilmente medible que se vuelve más difícil aún valorar el proceso de su adquisición. Y es que para todo tipo de aprendizaje hay un método que siempre es útil: la práctica. Practicar y hacer pruebas en algo es lo que te lleva a adquirir un aprendizaje fuerte. Y qué mejor forma de poner en práctica las emociones que exponiendo a la persona a la literatura.

Con la literatura ves a cientos de personajes que interactúan, te expones a sus millares de emociones y comportamientos, te comprometes con unos y detestas a otros, intentas adivinar los planes del villano, sufres con las tragedias que asolan la vida de los protagonistas, y, en definitiva, te expones a un torrente constante de emociones y situaciones sociales emuladas. La literatura es la gran actividad práctica de la inteligencia emocional, y pocas actividades la pueden igualar en este caso práctico, especialmente, si nos ceñimos en exclusiva a las materias de la Educación.

Mientras que las matemáticas refuerzan una parte clave de la inteligencia estándar, o tantas otras materias impactan en la memoria y el razonamiento interno, la Literatura llega a dar luz a respuestas vitales que difícilmente se pueden explicar de manera teórica. ¿Cómo explicas los sentimientos si no es a través de la literatura? ¿Cómo expones todos los conflictos internos que puede llegar a tener una persona si no es a través de una novela? ¿Cómo transmites valores vitales si no es a través del relato?

De las primeras actividades que se hacen con un niño es leerle cuentos, de manera constante. Es un entorno seguro para exponer a los niños a toda clase de decisiones sociales y morales que le serán útiles el día de mañana. Después, en la escuela, se empieza a leer poesía o se comienza la lectura de relatos o cuentos con algo más de complejidad. Más tarde, en el instituto, las lecturas se van complicando y se convierten en ventanas seguras a nuevos mundos. Son escaparates a la comprensión, pequeños parajes emulados que sirven al alumnado para plantearse la vida con fronteras más amplias que las impuestas por la realidad.

Y esto no acaba en la literatura. Todo tipo de arte, bien guiado y bien trabajado, sirve para los mismos propósitos. Una buena preparación y un buen trabajo tras el visionado de una película en clase son valiosísimos. Ayudar a los alumnos a comprender mejor el contenido de su música es un método de reflexión más. Que apredan a modificar su mente a través de las artes plásticas es vital para iluminar en los rincones de su mente.

Así, con todo. Vengo a romper una lanza para un tipo de conocimiento despreciado normalmente. Y es que los conocimientos en artes son de los más valiosos. La Educación no debe servir para educar a futuros trabajadores, ni a actuales alumnos, ni siquiera debe servir para educar a ciudadanos. Debe servir ante todo, para educar a personas, pues esta palabra engloba todas las anteriores y aglutina en ella muchas más características y factores de un individuo. Respetemos la literatura y el arte porque son conocimientos que nos educan y nos forman de maneras únicas.